sábado, 9 de febrero de 2013

Hay historias...


 ...que han debido cocinarse a fuego muy muy lento para que, cuando salgan del horno, sean perfectas. Ya he hablado en alguna ocasión de esta película: Mejor imposible. Aunque rara vez estoy de acuerdo con la traducción que de los títulos originales se hace al castellano, en esta ocasión y como aquella otra película de la que hablo en mi anterior entrada, su titulo define a la perfección el trabajo y resultado obtenidos finalmente.
Puede que la linea general de su argumento surgiese rápida y casualmente pero el desarrollo de la historia tuvo que ser muy meditado para que todo encajase de la manera que lo hace. Todo en ella me parece genial haciendo de lo desagradable y extraño algo entrañable y respetable. Hablar de Jack Nicholson es reiterar lo que ya sabemos, que es un gran actor por supuesto pero también que cae mal. Parece ser el tipo huraño de carácter insufrible, estúpido y metepatas que su imagen desprende en la película y fuera de ella pero que con una gran profesionalidad consigue hacernos creer que también tiene derecho a respirar el mismo aire que el resto de nosotros por mucho que en algunos momentos nos gustara que dejase de hacerlo. El cine no sería lo mismo sin su carisma y sus grandes creaciones, ¿verdad?

Pues por imposible que parezca aparece Helen Hunt y crea la armonía, la sensatez y el medio punto femenino que un ser tan masculino como Nicholson necesita para dulcificar tanta amargura. ¡Qué inmensa en su personaje! Ella es mucho más grande que el cuerpo que le pone frontera y aún así aparece tan sencilla en esta historia, tan magnífica... pero como no hay dos sin tres...llega entonces Él.

Como si se tratase de una competición de boxeo, los dos anteriores ocupan la pantalla casi por completo pero Greg Kinnear empuja a Jack y Helen gritando: ¡Eeeeeeeeh! ¡Que también yo estoy aquí! ¡Hombre ya!
¡Si es que el reparto no tiene despercidio!
Si por un lado tenemos al personaje masculino y en el otro al femenino no podía faltar el que anduviese a medio camino llenándolo todo de músculo, pelo y sensibilidad para que el triángulo sea equilátero. El señor Kinnear si que es de los que despiertan, como Helen, simpatías. Es otro tipo de tipo de al lado con gesto amable y muy eficiente en sus trabajos. Repasen sino su filmografía, breve pero intensa.

En definitiva, Mejor imposible me parece una de esas comedias que no cuesta volver a ver en determinadas ocasiones dada la calidad y el humor inteligente que destila aunque tenga sus añitos. Envejece bien.

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