domingo, 21 de junio de 2015

Una persona que...

... llena un gran espacio, ante un gran público sin decir ni una sola palabra ni necesitarlo es para mí un artista. Es el mejor indicativo de la fama y profesionalidad precedentes. El concepto de "artista" tal cual debería ser considerado no se está usando en la actualidad correctamente y se otorga excesivamente a la ligera a quienes realmente no lo merecen. Ante Verónica Forqué no hay que tener cuidado. Se la puede llamar así con todas las letras. Se las ha ganado y se las gana cada vez que aparece en el escenario.
En la obra Buena Gente, de David Lindsay-Abaire adaptada por David Serrano, brilla esplendorosa. Nada de comedia aunque nos haga reir por momentos. Es un drama. Real y social. Y la Señora Forqué lo hace auténtico. Lo de ser o no buena gente y lo de tomar decisiones equivocadas o acertadas ya cada uno decidirá en qué momentos y en qué circunstancias porque todo es asquerosamente relativo y la suerte puede acompañar o no. Lo realmente importante aquí son las vidas y aquello que las une. Salí realmente contento por el gran trabajo expuesto en el escenario (Pilar Castro, ¿para cuándo un gran protagonista?) y dolido por la dureza de un relato que cuenta una historia que puede pasarle a cualquiera, que le está ocurriendo a muchos.

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