Ayer me comentaba Marcel que su amiga Noelia, dueña de un bar junto con su hermano, lleva tiempo buscando un camarero para este verano y que ambos se reían de la crisis y del paro. ¿Por qué? Fácil. Porque la gente no quiere trabajar. Ellos contratan a alguien para que les ayude en el bar en los meses fuertes de venta pero lo primero que dicen los candidatos es: el dia de fiesta grande, ¿lo tengo libre?
¿En qué cabeza cabe algo así? Pues en la de aquell@s que o bien cobran el paro y no sienten la necesidad de esforzarse por ganarse el pan o bien quieren "trabajar de lo suyo" o bien tienen apoyo familiar o bien una dosis muy alta de orgullo y no creen digno trabajar en algo "inferior a sus posibilidades". Esto está ocurriendo en Lugo, Galicia.
Mi cuñado, que tiene una inmobiliaria en Sevilla, pide directamente al INEM candidatos para trabajar en su oficina. Ofrece sueldo fijo mas porcentajes por objetivos y por ventas. Una oferta muy interesante si se tienen ganas de trabajar y ganar dinero, claro. La propia INEM ha creado una ETT para enviar dichos candidatos pero se avergüenzan (palabras textuales) al tener que decir a mi cuñado que de los 500 a 600 currículums que tienen disponibles, sólo 5 personas están interesadas en hacer la entrevista para el trabajo. ¿El resto? Ya cobra el paro.
Luego están los que prefieren ser mantenid@s. Harina de otro costal.
Y estos son los casos más próximos que tengo y fíjense que hablamos de dos puntos geográficos extremos pero tristemente similares.
¿Dónde está la solución? ¿En quitar el paro? ¿Y qué hay de la gente que de verdad lo necesita para comer? ¿Cómo se detectan esos casos y se discriminan de los que no lo son? ¿Está la solución en reducir aún más el sueldo a los funcionarios que son los únicos a los que se puede quitar algo ya que son los que trabajan para el propio estado?
Pez que se muerde la cola.
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