martes, 5 de abril de 2011
Detesto las bolsas de plástico...
... y aquí en Melilla las dan como si fueran gratis. Para tí tal vez lo sean pero no para el panadero, el frutero, o cualquiera que las tenga que usar en su establecimiento. Después las acumulas de todos los colores y tamaños y cuando vas a buscar una que necesitas, siempre encuentras la más pequeña o la que menos se ajusta a aquello que deseas guardar o transportar. Recuerdo haber ido a comprar el pan con mi talega de colores para mi abuela, a la compra con su cesta de mimbre (de esas que ahora se llevan a la playa, monísimas y utilísimas pero llenas de chorradas innecesarias. Antes servían para ir a la tienda y no para ir de moda, joder). Y lo peor es que aunque en algunos supermercados ya te ofrecen la bolsa de no-sé-cuántos-usos (que sigue siendo de plástico y que encima te la cobran) o las de rafia, más duraderas... ¡PUES SIEMPRE SE ME OLVIDAN EN CASA, OYE! Bueno, hoy, como he ido a buscar una para una prenda para la tintorería y me ha pasado lo anteriormente descrito y además voy a ir a comprar avíos pa la casa pues las he cogido, la de tela y la del congelado, ea, un premio para mí, ¡por eficiente! ¡Olé! Ah! Esto continuará, porque, hay muchas otras cosas que detesto, faltaría más... como por ejemplo: los puntos. Pero eso será en otro momento, que ahora tengo prisa.
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