... llena un gran espacio, ante un gran público sin decir ni una sola palabra ni necesitarlo es para mí un artista. Es el mejor indicativo de la fama y profesionalidad precedentes. El concepto de "artista" tal cual debería ser considerado no se está usando en la actualidad correctamente y se otorga excesivamente a la ligera a quienes realmente no lo merecen. Ante Verónica Forqué no hay que tener cuidado. Se la puede llamar así con todas las letras. Se las ha ganado y se las gana cada vez que aparece en el escenario.
En la obra Buena Gente, de David Lindsay-Abaire adaptada por David Serrano, brilla esplendorosa. Nada de comedia aunque nos haga reir por momentos. Es un drama. Real y social. Y la Señora Forqué lo hace auténtico. Lo de ser o no buena gente y lo de tomar decisiones equivocadas o acertadas ya cada uno decidirá en qué momentos y en qué circunstancias porque todo es asquerosamente relativo y la suerte puede acompañar o no. Lo realmente importante aquí son las vidas y aquello que las une. Salí realmente contento por el gran trabajo expuesto en el escenario (Pilar Castro, ¿para cuándo un gran protagonista?) y dolido por la dureza de un relato que cuenta una historia que puede pasarle a cualquiera, que le está ocurriendo a muchos.
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